viernes, 31 de julio de 2015

SÁCALE PARTIDO A LA ANSIEDAD




Hace unos días en uno de mis momentos de reflexión (he aprendido a tener varios momentos así al día) me dí cuenta de la cantidad de experiencias positivas que que me ha reportado mi particular lucha contra la ansiedad. De repente, me sorprendí a mi misma esbozando una sonrisa al descubrir que aún con todo lo sufrido puedo decir que la ansiedad me ha traído más cosas positivas que negativas. Sí alguien me hubiera dicho esto hace unos años hubiera creído que estaba loco. Y es que hace unos años hubiera sido incapaz de llegar a esta conclusión.

Todo proceso lleva un aprendizaje, una adaptación, un cambio, y el mio ha sido intenso pero muy, muy positivo. Resultaba de vital importancia aprender a reducir con rapidez los niveles de estrés, tanto en el ámbito físico como en el mental, y para ello debía adoptar una serie de pautas en mi día a día. Esto no fue fácil al principio porque primero debía darme cuenta de que cosas eran perjudiciales para mi. Debía darme cuenta no solo del ritmo de vida que llevaba, siempre acelerada, si no que también mi forma de pensar actuaba directamente sobre mis emociones y por lo tanto generaba efectos físicos negativos. Reducir el estrés no solo mejoró mi calidad de vida sino que literalmente me la salvó.

1. Aprender a respirar: ha sido sin duda el mayor aprendizaje que he tenido. Algo que parece tan obvio (al fin y al cabo respiramos continuamente) pero que en realidad la mayoría de las veces los hacemos de manera inadecuada. Respirar de forma consciente, es decir, prestar atención durante unos minutos al ejercicio de exhalar e inhalar ayuda a reducir el ritmo cardiáco y por tanto favorece la relajación. Cuando aprendí a fijar la atención en la respiración me dí cuenta de que automáticamente bloqueaba los demás pensamientos, lo cual me resultaba muy útil en momentos de ansiedad.

Cuando una persona respira muy deprisa, exhala una cantidad excesiva de dióxido de carbono y consume una cantidad igualmente excesiva de oxígeno. Esto puede provocar aturdimiento, mareo y ansiedad. La mayoría de los ataques de ansiedad están acompañados de hiperventilación por lo tanto se pueden llegar a controlar con la respiración; es como lo de respirar dentro de una bolsa, básicamente se fundamenta en lo mismo, al respirar una y otra vez el mismo aire su contenido en dióxido de carbono aumenta y el de oxígeno disminuye restableciéndose el equilibrio.



2.Entrenar la mente para pensar en positivo: hace algún tiempo me topé con un libro sobre psicología cognitiva, y he de decir que fue un gran descubrimiento. Casualidad o no llegó a mi en el mejor momento. Aunque creo que necesitaría un post entero para hablar de este punto y de cómo lo he aplicado en mi vida. Como decía Epiceto "no nos afecta lo que nos sucede sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede" ¡Y ahí estaba la clave! Se trataba de cambiar el pensamiento negativo de lo que me sucedía. La psicología cognitiva me ha enseñado que detrás de cada emoción negativa exagerada (ataque de ansiedad) siempre existía un pensamiento negativo también exagerado. En la terapia cognitiva se trata de comprender y luego practicar. Es algo gradual, y al final sale de forma natural. Básicamente consiste en transformar nuestra forma de pensar, nuestro diálogo interior, nuestra manera de evaluar lo que nos sucede. 

3.Comer de forma consciente: Quien me conoce de verdad sabe que lo mio no es la cocina. Me da muchísima pereza el simple hecho de pensar en tener que preparar la comida. Hace unos años era mucho peor desde luego, comía mal y a deshoras, algo que repercutió seriamente en mi salud. Con el tiempo he aprendido a comer de forma consciente, ahora le doy mucha importancia a los horarios, me gusta informarme de los alimentos que compro, sus propiedades y beneficios. Desde que me tomé en serio mi alimentación mi cuerpo ha respondido de manera increíble.

4. Meditación: la meditación es el arte de acallar la mente, algo que me parecía imposible para una persona como yo, siempre dándole vueltas a todo. Descubrí la meditación también a través de los libros (la verdad que no concibo la vida sin ellos, la lectura es algo que mis padres me han inculcado desde bien pequeñita y por lo que les estaré eternamente agradecida) pero aprender a meditar es algo que requiere práctica y paciencia. Prestar atención al momento presente y ser consciente de mis pensamientos, emociones, y percepciones no era tarea fácil, sobre todo cuando el corazón me iba a mil por hora.  Uno de los beneficios de la meditación es que con ella se consigue mayor poder de concentración. Dar vueltas al pasado o acumular miedos respecto al futuro constituye una pérdida de energía y era algo que a mi se me daba muy bien...jeje.

Al principio intentaba buscar un momento en el día para poder meditar. Un momento en el que supiera que no iba a tener distracciones. Me sentaba, cerraba los ojos y me concentraba única y exclusivamente en la respiración. Aprendí a dejar fluir mis pensamientos, a no retenerlos. Iban y venían a su antojo. Poco a poco logré que esos momentos me reportaran una paz interior maravillosa. Después con la práctica lograba eso mismo pero en cualquier momento que me lo propusiera, dando un paseo, cocinando, realizando cualquier tarea rutinaria. La meditación me ayuda a percibir con claridad lo que es realmente importante. 



5. Amar: si, amar, con todas las letras. La idea de que las personas que aman profundamente enferman menos que las demás no creo que sea un mito. Cuando alguien está enamorado su sistema inmunológico funciona de forma óptima. Me encanta decir te quiero a las personas que quiero y es algo que le he inculcado a mi hijo desde que era pequeñito. Creo que es algo que sana el alma. 




6. Hacer ejercicio de forma regular: es aconsejable hacer ejercicio de forma regular, lo que tonifica el organismo y contribuye a la producción de endorfinas, también llamadas hormonas de la felicidad. Yo no soy precisamente el ejemplo de rutina diaria pero sí intento dedicar media hora como mínimo al día. Me encanta salir a correr a primera hora de la mañana, practicar yoga y además siempre tengo una tabla de ejercicios para hacer en casa. No hace falta más que una colchoneta y ¡fuerza de voluntad!


Todos estos hábitos siguen formando parte de mi vida ahora que la ansiedad está bajo control. Gracias a ella (y es aquí donde hago la lectura positiva) he descubierto una manera de vivir mejor. 


"Lo que yo deseo, la fuerza que yo busco, no es aquella que te lleva a perder o ganar. Tampoco quiero una muralla que repela las fuerzas que lleguen del exterior. Lo que yo deseo es una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior y resistirlo"


HARUKI MURAKAMI


Feliz verano!!

Irene G, Marchante

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